“Huir de la enfermedad que nubla todos los sueños: el conformismo”
Algunos puestos de liderazgo, se ofrecen
a personas que no tienen las cualidades necesarias para hacer que
funcione su equipo y encuentre lo mejor de cada componente. Alcanzando
así el máximo rendimiento, con los beneficios que conllevaría para la
empresa.
En algunos casos se plantea la necesidad de un Coach que trabaje para lograr los objetivos del líder y la empresa.
Para empezar a hablar de “Proactividad”,
quiero comenzar hablando de Stephen R. Covey. Covey decía que el
crecimiento personal se desarrolla de adentro hacia afuera, de esta
manera habría que iniciar el camino en una etapa más dependiente pasando
a una más independiente y culminando en la interdependencia. La interdependencia indica que no sólo dependo de mí mismo, sino que comprendo que con otras personas puedo lograr mucho más. Por lo tanto para llegar a la interdependencia es necesario alcanzar la independencia.
El primer paso para conseguir ser independiente es ser proactivo.
Ser proactivo se refiere a ser responsable de nuestra propia vida, logrando libertad interior de elegir, lo que nos lleva a tomar decisiones sobre lo que queremos hacer y cómo lo vamos hacer.
Lo contrario de proactividad es reactividad.
Las personas reactivas construyen sus vidas en torno a la conducta de
los otros, a las decisiones de los demás, permitiendo que, al final, sean los otros los que controlen su vida.
Se dejan llevar por los impulsos (sentimientos, circunstancias,
condiciones, ambiente), a veces, sin pensar realmente que es lo que más
les conviene a largo plazo. Dejarse llevar por refuerzos a corto plazo
no siempre nos va a dejar llegar al cumplimiento de nuestros objetivos.
Las personas proactivas se mueven por valores meditados, seleccionados e interiorizados.
Implica conocerse a sí mismo y esto conlleva tiempo. Lleva a elegir
caminos que pueden ser acertados o equivocados y lo más importante… a no tener miedo…
si nos caemos nos levantamos y seguimos caminando. Estas personas se
ven influidas por estímulos, pero las decisiones se basan en valores que
les guían.
Cuando nos dejamos llevar por una
situación que sabemos que a la larga va a ser negativa para nosotros,
estamos actuando de manera reactiva. Si observamos nuestros valores nos
daremos cuenta, antes o después, de que realmente eso no era lo que
queríamos, que nos pudimos dejar llevar por el miedo a enfrentarnos a la
situación y tomar una decisión de acuerdo con nosotros mismos, o
simplemente nos dejamos llevar porque era un estímulo reforzante (que
nos hacía sentir bien) en ese momento.
Por lo tanto, cuando nos enfrentemos a una situación, preguntémonos:
- ¿Es eso lo que realmente queremos?
- ¿Conecta con nosotros mismos?
- ¿Nos llevará más cerca de nuestros objetivos?
Por ejemplo, un directivo, que no es un
buen líder, se da cuenta de qué miembros de su equipo trabajan de una
manera más rentable para la consecución de objetivos de la empresa. Si
se deja llevar por las circunstancias, las emociones, el ambiente, es
más probable que se muestre más complacido por estas personas y las
refuerce más, dejando algo apartadas a las personas que no obtienen los
mismos resultados. El objetivo del directivo es lograr que su equipo
este lo más alineado posible, lo que quiero decir con esto es, que
obtengan resultados aproximados todos las personas que lo forman.
Si refuerzas a las personas que realizan
un buen trabajo, harás que esas personas sigan intentando rendir del
mismo modo, pero ¿qué pasará con las personas a las que estas
desplazando del grupo? Seguramente cada vez estarán más incómodos en el
trabajo, puede ocurrir que cuando obtengan buenos resultados el jefe de
equipo no le refuerce porque piense “Ya era hora de que hiciera algo
bien”. Esto llevará, a esta persona, a no intentar esforzarse pues
entenderá que ya se ha decidido quién es importante en el equipo.
Si el directivo de este equipo se
planteara: “¿Cuál es el objetivo que queremos lograr?”, “lo que estoy
haciendo ¿nos llevará más cerca de nuestro objetivo?”. Rápidamente
comprendería que las decisiones que está tomando con respecto al trato
hacia sus trabajadores no le va a llevar a conseguir sus objetivos, sino
todo lo contrario, cada vez estarán menos alineados los resultados de
los miembros del equipo.
Es importante tener claro qué es lo que queremos,
y, a veces, este es el problema. Si no sabemos cuál es nuestro objetivo
no podremos dirigirnos hacía él, no podremos tomar decisiones que nos
acerquen. Lo que hay que tener claro es que nunca hemos de quedarnos parados a esperar, porque si no nos movemos, sino no nos equivocamos, no podremos saber tampoco qué es lo que no queremos.
En nuestro camino hacia la proactividad tenemos que estar atentos al lenguaje internos
que usamos con notros mismos, el lenguaje con el que afrontamos las
diversas situaciones por las que pasamos. Hay personas que cuando se
enfrentan a una situación se pueden escuchar decir “No puedo hacer
nada”, “Yo soy así”, “El tiempo me dirá”, “No soy capaz”, “No tengo
fuerzas”, “Necesito que se arreglen algunas cosas y poder estar más
fuerte para enfrentarme”.
En estos casos, es el propio lenguaje lo
que no nos deja progresar, nos ayuda a estancarnos, y todo gracias a
nuestros miedos. Es más fácil no salir de la zona de confort por si acaso lo que nos encontramos es peor. Nos estamos equivocando y es que la vida es una continuidad, la vida no para aunque nosotros paremos, no lograremos ser felices si nos estamos quietos.
“Hay que buscar lo que queremos decidiendo y así nos sentiremos vivos”.
Podremos equivocarnos pero si nos caemos volvemos a levantarnos y aprenderemos que es lo que no queremos.
Para terminar quiero resumir que: para ser proactivo hay que tomar decisiones según nuestros valores y objetivos, que estas decisiones nos ayudarán a conocernos a nosotros mismos y a tomar mejores decisiones en el futuro. También que es muy importante el lenguaje interno que utilicemos y hemos de trabajar para que nuestra conversación nos impulse a nuestro logros.
¿Por qué no empezar a buscar lo que realmente queremos?
Por: Estrella Mediero
Tomado de: IMF Business School
https://hansenpowerbooks.org/como-encontrar-respuestas-aproximadas-a-las-preguntas-del-examen-de-aritmetica-numerica/
ResponderEliminarSi tienes que redondear un número al número entero más cercano, usas un método muy similar – sólo tienes que poner la línea donde está el punto. Por ejemplo, para redondear 45.34 al número entero más cercano, se convertiría en 45|34; el tres es pequeño, así que lo redondearías a 45.