El reconocimiento comienza con nosotros mismos.



“Si siempre haces lo mejor que puedas,
nunca podrás discriminarte ni arrepentirte de nada”.
Sabiduría Tolteca.

La semana pasada les hablaba del sentido de aportar un 1% y el valor que este puede producir entre los demás y en nosotros mismos. Hoy, quiero dar otro 1% más y es hablando y pensando en la forma que a veces o pocas veces no le damos importancia al reconocimiento, ya sea de personas, amigos, familia, o en la misma empresa.

Si nosotros deseamos ser reconocidos por el buen trabajo o acción que hacemos, y vemos que no está sucediendo, entonces tengo una pregunta que hacerles. ¿Cuándo fue la última vez que reconocimos a alguien por algo que hizo?

Con el fin de ser reconocido por hacer un buen trabajo, no sólo tenemos que hacer un buen trabajo, pero también tenemos que reconocer que otras personas también lo han realizado. Si no existe una cultura de reconocimiento, entonces alguien tiene que empezar, y ¿por qué no empezamos a ser ese alguien?

Sé que esto puede sonar un poco de darnos autoestima, pero dando el reconocimiento es una de las mejores formas de aumentar la calidad del servicio y el trabajo que la gente hace, de nuestro entorno, esto refuerza comportamientos positivos, que a su vez conducen a una mejora adicional, y también es ideal para la moral tanto de los demás como de nosotros mismos.

Preguntémonos ¿por qué queremos el reconocimiento?, y el impacto que un refuerzo positivo tendrá hacia nosotros. Cuando obtenemos una buena retroalimentación, eso nos anima a seguir y tratamos de hacer un trabajo mejor aún en la próxima vez.


También te puede interesar leer:



Pero, ¿cómo se inicia una cultura de reconocimiento?

Esto realmente me ocurre muchas mañanas. Llegué a casa el otro día; llegaba casi corriendo, con prisas, y en la dirección opuesta me topé con unas personas conocidas que venían hacía a mí, cuando me acerqué a ellos, sonreí y les dije buenas tardes. Ahora, sé lo que estás pensando, no hay nada inusual en esto, pero en realidad este no es el caso.

Cada día, paso por delante de la gente, muchas veces ves las caras de la gente tanto cuando vas hacía el trabajo o mientras estás trabajando. Me sucede a menudo, la gente no hace ni un comentario, no dicen nada, por lo que la interacción es cero. No hay comentarios en absoluto. Para mí, al principio, era algo inusual, porque cuando llegaba a los sitios o a casa siempre nos decíamos un simple hola o unos buenos días o qué tengas un estupendo día, junto con una sonrisa. El efecto que produce es como un domino.

Me quedaba bastante decepcionado de que la gente nunca decían nada, pensé que era una falta de respeto y entonces se me ocurrió que, yo también podía estar siendo tan irrespetuoso como ellos, ya que no decía hola tampoco.

Así que pensé que tal vez alguien sólo necesitaba iniciarlo. Suelo ver las mismas personas cada día, así que empecé a decir hola o buenos días y sonriendo. De esta forma cada día ya sea un vecino, un compañero, un familiar, un amigo, un conocido, y les sonrío.

El comportamiento de la gente siempre es muy educado, y cuando les empecé a decir buenos días siempre sonreían y respondían. Después de unas semanas, lo que noté fue que la gente sonreía y saludaba, ya que yo me acerqué a ellos. Si no lo hubiera hecho, ellos no esperaban que yo les dijera hola.


Es lo mismo con el reconocimiento, si nos encontramos dentro de una cultura donde no hay reconocimiento o la retroalimentación positiva prevista, entonces, sólo necesitamos a alguien para iniciarlo.

Esto no quiere decir que tenemos que fingir una retroalimentación positiva. Nosotros sólo podemos empezar por las personas a la que les agradecemos, pero cuando vemos el trabajo bien hecho no deberíamos dudar en mencionarlo.

Y si partimos que la cultura de la retroalimentación es positiva, entonces vamos a estar complementando y recibiendo comentarios positivos cuando hacemos bien el trabajo, tanto hacía los demás como a nosotros mismos.

Así que si nosotros deseamos ser reconocidos por nuestro buen trabajo, empecemos a reconocer a las personas por el buen trabajo que hacen.

Hay veces que hasta unas simples gracias y una sonrisa, le alegran el día a alguien.


“Si exagerásemos nuestras alegrías,
como hacemos con nuestras penas,
nuestros problemas perderían importancia.”
Anatole France

Para terminar hoy les dejo un vídeo sobre el poder de la empatía y eso traducido a la gente, organizaciones, etc, puede darnos ese 1% de más.












Por: Ricard Lloria


Comentarios